Reciclabilidad, biodegradabilidad y compostabilidad. ¿Cómo elegir?
La pulpa de papel es un material compuesto principalmente por fibras de celulosa, la biomasa más común en la naturaleza. La práctica más sostenible para recuperar las fibras de celulosa es el reciclaje de papel, que permite no perder la biomasa de la componente celulósica al utilizarla en forma de fibra. La compostabilidad y biodegradabilidad, en cambio, solo permiten recuperar la biomasa total sin valorar su forma de fibra. Recuperar las fibras a través del reciclaje es, por lo tanto, la práctica principal, ya que se basa en el principio fundamental de la economía circular, es decir, recuperar la materia prima para un uso de igual calidad.
Sin embargo, a diferencia del aluminio, el papel no es reciclable indefinidamente: los procesos repetidos de reciclaje alteran las propiedades mecánicas y químicas de las fibras. Por esta razón, las fibras vírgenes, que deben provenir de bosques gestionados de manera sostenible (FSC®), son esenciales para mantener activo y renovable el ciclo del papel, y garantizan la robustez y calidad del papel.
Como biomasa, la pulpa de papel también tiene la característica importante de ser biodegradable, y la opción de compostaje es útil especialmente para papeles en contacto directo con alimentos, cuando están excesivamente sucios o en contextos específicos en los que es difícil realizar una recolección selectiva de calidad. Una vez más, la importancia de los flujos de recolección y el final de la vida útil (por ejemplo, platos de papel junto con restos de comida en la recolección de papel) son factores clave a considerar para una elección sostenible.
Europa tiene tasas de reciclaje de papel muy altas, superiores al 70%, pero incluso en el resto del mundo, el reciclaje efectivo de papel, a diferencia de otros materiales, es superior en comparación con materiales que requieren tecnologías más avanzadas.
Dentro de su estrategia ESG, Fedrigoni ha establecido el objetivo para 2030 de que el 100% de sus papeles especiales sean reciclables, con un nivel de reciclabilidad verificado por terceros según el método Aticelca 501/19. De esta manera, proporcionará al mercado solo papeles con reciclabilidad verificada, teniendo en cuenta que cualquier modificación sustancial del producto original requiere una nueva evaluación para confirmar o modificar el nivel de reciclabilidad.
Definiciones:
Reciclable
Los materiales reciclables son materiales de desecho que pueden ser utilizados nuevamente en procesos de producción. Ejemplos de estos son el vidrio, el papel y el cartón, el aluminio, el plástico y la madera. La recolección selectiva permite transformar estos elementos de desecho en un recurso, dándoles una nueva vida y evitando que los materiales terminen en vertederos. Antes de poder ser fibra reciclada, la fibra siempre debe existir como virgen; y, en cualquier caso, la fibra reciclada tiene una duración menor y su resistencia disminuye progresivamente.
Biodegradable
Los materiales que tienen la capacidad de descomponerse en la naturaleza gracias a la acción de microorganismos y bacterias, combinada con la luz solar u otros agentes atmosféricos naturales. Dependiendo de la presencia de oxígeno, la degradación puede ocurrir de manera aeróbica o anaeróbica. Este proceso debe completarse en un plazo de 6 meses, y los elementos resultantes pueden ser absorbidos por el suelo en forma de agua, dióxido de carbono, sales minerales y otros elementos. Un material biodegradable es compostable si el proceso se completa en un plazo de 3 meses.
Compostable
Los materiales que, después de degradarse, se transforman en compost, una sustancia rica en propiedades nutritivas comúnmente utilizada como fertilizante para enriquecer el suelo. Un ejemplo de compost son los residuos de poda, restos de frutas y verduras. Según la normativa europea, para que un producto pueda llevar la etiqueta «compostable», debe ser biodegradable en un plazo de 3 meses y debe superar las pruebas de ecotoxicidad.
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